Las cosas que no sabemos cómo se llaman se olvidan, apenas pasan los ojos por la espuma de la orilla.

Así comienza uno de los libros publicados en nuestra ciudad, “Las calles de Santa Fe. Historia de los nombres”. Es un libro muy curioso y muy bonito que va explicando los diferentes nombres que han recibido las calles a lo largo de la historia y por qué motivo se les puso ese nombre. Cuando se lee este libro se descubren cosas insospechadas y ahora, cuando el visitante pasea por las calles del pueblo, le vienen a la mente multitud de recuerdos y de hechos legendarios que dieron origen a tan curiosos nombres. Aunque este libro daría para escribir cientos de artículos, no es nuestra intención copiaros aquí el libro, pero algunos de estos nombres se han ganado un hueco en este periódico y éste va a ser el primero.

marialamielSon muchos los pueblos de esta parte de Andalucía que cuentan en su callejero con este nombre, María la Miel. Y, por supuesto, ni este pueblo ni la capital granadina iban a ser menos. Quizás a ustedes también les suene este nombre, o quizás no (y seguramente se llevarían una sorpresa si revisaran un plano de sus pueblos). Lo que seguramente no sabrán es el origen de este nombre. ¿Quién fue María la Miel? ¿Fue tan importante como para ganarse un hueco en el callejero de los pueblos del antiguo Reino de Granada? Y este es el motivo de este artículo. Espero que la historia que hay detrás de este nombre les cautive y les remonte a las luchas fronterizas entre musulmanes y cristianos, al aljibe dulce, que entronca con los romances fronterizos y cuya leyenda nos lleva al mismo origen de la reconquista del antiguo Reino de Granada.

RESEÑA HISTÓRICA

Zahara de la Sierra fue perdida a manos de los nazaríes de Ronda (Zahara fue escalada y tomada según diferentes autores el 27 o 28 de diciembre de 1481) en venganza por la quema de Villaluenga que estaba en poder musulmán. El golpe puso al rojo vivo toda la frontera andaluza a causa del emplazamiento estratégico de la villa, desde donde se hacían intentonas sobre Castellar y Olvera y se practicaba cómodamente toda forma de hostilidad fronteriza. La historiografía castellana ha marcado, con la sorpresa de Zahara, el comienzo de la guerra contra Granada, y no porque haya sido un incidente anormal en la frontera, es claro que no lo fue, sino porque proporcionó un incentivo inmediato para la realización de ideas que estaban en la mente de los reyes desde años atrás. De hecho, muchos autores defienden que la guerra de Granada se desencadenó para recuperar Zahara; la cronología lo avala, si bien no fue más que la puesta en marcha de un plan de conquista elaborado por los Reyes Católicos desde 1479.

Pues bien, la leyenda cuenta como en Zahara fueron hechos cautivos sus pobladores, entre ellos una doncella castellana llamada María de Hinestrosa, hija de un antiguo capitán de escaladores, de quien quedó prendado Salem Alhamar, un moro joven y arrogante. Ante la negativa de María a sus pretensiones, Salem arrojándose a sus pies le suplica que acepte su verdadero amor pero María le contesta que no es posible, que no es libre, pues su corazón pertenece a un guerrero castellano. Ante la negativa y la confesión de la doncella Salem responde furioso, si bien en principio quiso matarla, se contuvo y la castigó con convertirla esclava al día siguiente.

Mientras, el caballero que poseía su corazón, Fadrique de Saavedra, alférez de arcabuceros, pocos días después de la toma de Zahara, supo que su amada estaba presa en Granada, y allí acudió disfrazado de rico mercader y averiguó dónde estaba su amada y en aquella noche en que María rechazó al zegrí y en plena desesperanza sacó un escapulario del pecho y exclamó “¡Madre de los afligidos, amparadme!”. En ese mismo momento, su prometido arrojó un ramo de blancos jazmines a sus pies con un rótulo que decía “Mañana, o muere o te salva = Fadrique”.

Al día siguiente, expirado el plazo dado por Salem, dos esclavas nubias acudieron a vestirla al estilo musulmán, para ser vendida en el mercado público; María con pasos precipitados se dirigió a la cisterna y cuando iba a arrojarse en su seno, una mano poderosa la detuvo: un moro joven franqueó la tapia del jardín y murmurando se nombró Fadrique. Ella quedó exánime en sus brazos y el ramo de jazmines que guardaba cayó en el aljibe. El zegrí acudió a ayudar a sus esclavas en su tarea, cuando un vapor blanquecino se elevó de entre las aguas y cubrió como una espesa cortina el lugar. Cuando se disipó todo había desaparecido: ni la joven ni su raptor pudieron ser hallados. La Virgen, tantas veces invocada por María, había hecho uno de sus milagros y los enamorados donceles eran bendecidos al día siguiente en uno de los templos de Antequera.

Nada pudo menguar el quebranto del indomable Salem, triste, solo, siguió recorriendo a deshora el jardín de su desdicha, únicamente se detenía con miedo ante la cisterna, su agua tenía para él un amargo sabor desde la huída de María, si bien era reputada en el vecindario como de una dulzura exquisita: Aasalgiab o cisterna de la miel, fue el nombre con que la bautizaron las doncellas moriscas, emblema para los granadinos de lo que alcanza un amor constante, a quien un ramo de blancos jazmines presta sus mágicos hechizos.

 

FUENTES:

ARIZTONDO AKARREGI, SALVADOR; ROGER CORRAL, LUISA; RUIZ GODOY, JESÚS B. Las calles de Santa Fe. Historia de los nombres. Santa Fe: Ayuntamiento, 2008. ISBN: 978-84-936334-2-4.