Los cristianos habían conseguido colocar bajo su dominio toda la parte occidental del reino granadino, estableciendo la línea de frontera desde el mar por Vélez Málaga, Alhama, Loja, Montefrío, Íllora, Moclín y Colomera. Por allí, salvo imprevistos, nada había que temer. Por tanto, se hacía necesario para estrechar a los moros de Granada, apoderarse de la parte oriental. Fernando emprende su expedición con intención de debilitar por este lado el Reino de Granada. Ahora toca a las tierras altas de Almería. A esto van encaminadas las campañas de 1488 y 1489.
La campaña de 1488 se resolvió en bien poco. Los hombres estaban cansados y la economía debía andar bastante regular. En años anteriores se habían conseguido objetivos importantísimos. Fernando pensó que lo mejor era tener un año con poca actividad militar a fin de reponer fuerzas y recuperar sus ejércitos.
Tenían asuntos pendientes, como recobrar la plaza de Plasencia. El año desde el punto de vista meteorológico fue bastante accidentado. De todas maneras como en años anteriores, en la primavera sale el ejército con intención de hacer su campaña por Vera y Almería. Es el mes de mayo de 1488. Esta vez su cuartel general no es Córdoba sino Murcia y allí reúne a su gente. Pero el ejército es pequeño comparado con el de años anteriores. Solamente 4.000 hombres de a caballo y 14.000 de a pie. Doña Isabel, el cardenal de España, don Pedro González de Mendoza, y el maestre de Santiago, don Alonso de Cárdenas, se quedan en Murcia.
Desde Murcia pasó el ejército por Lorca y, partiendo desde allí el 5 de junio, se dirigen a Vera. Ése va a ser el objetivo de la expedición. Vera, Huércal, Overa, Cuevas del Almanzora, Mojácar, Palomares, Villaricos, las tierras áridas y preciosas del levante almeriense.

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Figura 1. Cerro del Espíritu Santo, vestigio de la Vera musulmana. (https://echino.wordpress.com/2007/11/24/el-espiritu-santo-de-vera/)

Don Fernando envía por delante al marqués de Cádiz, don Rodrigo Ponce de León y Núñez, con un importante destacamento militar. Su misión es amedrentar y requerir a los moros de Vera que les entreguen la ciudad sin dar lugar a batallas como la de Málaga. El marqués se presentó ante la ciudad, se entrevistó con los principales y les requirió que se entregarán.

Las noticias de la conquista de Málaga y el fin de nuestros paisanos habían corrido de boca en boca por todo el reino nazarí, incluida la ciudad de Vera. Los requeridos no dieron lugar a la segunda advertencia. Vera se entregó a los Reyes Católicos casi sin combatir, sin que don Fernando hubiera divisado todavía sus arrabales. Cuando llegó el Rey, el día 10, se encontró el trabajo hecho. Tranquilamente se encargó de dar los toques necesarios para rematar la conquista, cambiar los mandos de la ciudad y pare usted de contar. Al mando se quedó don Garci Lasso de la Vega.

Por supuesto que cumplió con las promesas que hizo el marqués en su nombre y estos no acabaron como los malagueños. Eso sí, abandonaron su ciudad que, como todas, se quedó sola y vacía. Los moros pudieron irse donde quisieron, pudieron quedarse con su religión como mudéjares,… no pudieron quedarse en sus casas ni en sus tierras. El mismo día 10 se entregó también Cuevas de Almanzora e igualmente lo hicieron otras poblaciones inmediatas en los siguientes: Huércal, Overa, Mojácar, Oria, Cantoria, Albox, Vélez Blanco, Vélez Rubio, Huéscar, Orce, Galera, Castilléjar, Cúllar, Benamaurel,… y muchos otros pueblos, lugares y lugarejos aprovecharon la inercia y pasaron a ser conquistados por los Reyes Católicos y agregados a la España que estaba naciendo. En suma, unas 50 villas, lugares y fortalezas. A todos estos pueblos que se habían rendido sin lucha, los Reyes les concedieron que sus naturales y vecinos continuasen viviendo en ellos, profesando libremente su religión, siendo respetadas sus mezquitas y alfaquíes y mantenidos sus buenos usos y costumbres.

Fernando intentó tomar entonces Almería con la misma facilidad que Vera pero allí estaba el Zagal y prefirió darse la vuelta. No estaban preparados para un asedio como el de Málaga. Intentó la misma operación en Baza y ocurrió como en Almería. Habría tiempo. Decidió volver a Murcia. Así terminaron las expediciones militares del año 1488.

FUENTES:

    • BUENO GARCÍA, FRANCISCO. Los Reyes de la Alhambra. Entre la historia y la leyenda. Ediciones Miguel Sánchez. Granada, 2004. ISBN: 84-7169-082-9.
    • LAPRESA MOLINA, ELADIO. Santa Fe: historia de una ciudad del siglo XV. Universidad de Granada, 1979. ISBN: 84-338-0112-0.