La huella de los Agustinos Recoletos en Santa Fe, 400 años después
El pasado 21 de mayo se cumplían cuatro siglos de la fundación del convento de los Agustinos Recoletos en Santa Fe. La presencia de los frailes descalzos en Santa Fe se extenderá a lo largo de dos siglos y dejará una profunda huella en la cultura y las costumbres de la ciudad de la que quizás no se sea del todo consciente. El padre D. Antonio Álvarez Martínez conoce como nadie la historia del convento de Santa Fe, de hecho su investigación sobre la presencia agustiniana en la conocida como cuna de la Hispanidad le ha llevado a interesarse también también por nuestra historia. Las notas de la conferencia que pronunció el pasado día 19 de mayo en la celebración del IV Centenario y que ha cedido a este medio con gran amabilidad, nos ayudan a recomponer una parte nuestro pasado, un trocito de Historia.
El primer convento de Agustinos Recoletos en Granada se erigirá en el antiguo hospital de moriscos del Albaicín, con la misión principal de atender y subsanar las heridas causadas por la expulsión a la comunidad morisca, asentada en el barrio más depauperado de la ciudad.
La fundación de Santa Fe va a discurrir de una forma muy distinta a la del convento del Albaicín de Granada. En éste van a ser todo facilidades y ayudas. Quizá la Recolección tenía una deuda moral en todo el proceso de la fundación del convento de Santa Fe. En reiteradas ocasiones se les propuso fundar “extramuros” y no accedieron, sin duda, porque pensaron que era mejor establecerse primero en Granada y, desde aquí, expandirse. Pronto va a llegar la ocasión y los frailes descalzos no van a negarse a ello.
El día 21 de mayo de 1617 los recoletos se establecieron en Santa Fe a petición de la Ciudad que, según un documento de febrero de 1616 estaba “muy acrecentada, con mucha gente principal, una sola iglesia con tres canónigos que no predican ni dejan venir a otros”. Así relata el P. Ángel Martínez Cuesta, cronista oficial de la Orden, el comienzo de la fundación del convento agustino recoleto de Santa Fe, estableciendo como motivo fundamental las necesidades espirituales de la población. Sabemos que el Rey Felipe III había escrito, el día 10 de septiembre de 1616, al Arzobispo de Granada, encargándole que favoreciera la fundación de los agustinos descalzos en Santa Fe, pues quería con ello atender la súplica de la Ciudad. Sin duda que la fundación recoleta del Albaicín pronto fue valorada más allá de la ciudad de Granada, por la acción pastoral y caritativa que los religiosos realizaban, siendo objeto del deseo de otras poblaciones que querían contar con una atención similar.
El Cabildo de la Ciudad da el visto bueno a lo aprobado en el capítulo provincial que tuvo lugar en Madrid el 20 de abril de ese mismo año y en el que se acordaba la fundación aceptando los capítulos y condiciones que había pedido la Ciudad, y solicitan del Arzobispo de Granada la fundación recoleta.
Ese día 21 de mayo se colocó el Santísimo, conseguidas las licencias necesarias, en la ermita de San Sebastián en la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Llega como superior y toma posesión el P. Felipe de la Madre de Dios, que tenía experiencia de gobierno ya que había sido provincial y se distinguía, además, por sus rectas costumbres, lo que era una garantía en este momento siempre difícil del comienzo de una nueva fundación.
Es en torno a esta ermita donde se establece la comunidad y en ella comienza a venerarse una Imagen del Santo Crucifijo, que llaman vulgarmente de Cabrilla, el cual es copia de una imagen que se veneraba en el monasterio de San Andrés de Burgos; una imagen muy antigua según refiere en la historia de Salamanca el maestro Fr. Tomás de Herrera. Encontramos, desde el comienzo, cómo los religiosos difunden la devoción a la pasión del Señor como una seña de su propia identidad.
La construcción del convento necesita las aportaciones de los fieles y del municipio. Y en 1619 encontramos que el consistorio municipal aborda la petición de un nuevo superior recoleto, Fr. Manuel de San Agustín, para que envíen cartas al capítulo y al generalato solicitando el inicio de la edificación. El municipio se compromete el 15 de octubre de 1620 a librar cuatro ducados de limosna, anualmente. En varias ocasiones, los religiosos tuvieron que solicitar por escrito el cumplimiento de este compromiso, que con el tiempo se iba descuidando.
El relato de la construcción lo encontramos en el libro de Cabildos de la Iglesia Colegial existente en el archivo parroquial, y en él leemos un resumen de lo acontecido:
“Se fundó el convento de San Agustín de Descalzos con licencia de los superiores, Rey y Arzobispo de Granada, y consentimiento de esta Ciudad el año de 1617 en el sitio que era la hermita de San Sebastián en el camino de Loja. Y la Ciudad le dio para la situación e Iglesia 27 marjales de tierra en el ejido de la puerta de Loja y los cercaron e hicieron una huerta para el recreo de la comunidad. Y el año de 1617 el P. Fr. Miguel de la Soledad, Prior de dicho convento, comenzó a abrir los cimientos para hacer Iglesia nueva y capaz con Capillas, por ser la que hay muy pequeña, y el año de 1618 prosiguió con dichos cimientos el P. Fr. Isidro de Santa Teresa, Prior de dicho convento. Y en el año de 1619 hasta marzo de 1620 el dicho Fr. Isidro que se fue al Capítulo dejó la obra toda cercada de paredes, además de dos varas de alto y los machones de la capilla mayor levantados tres varas de alto.”
Este terreno fue en su día propiedad de los Reyes Católicos, que lo destinaron a casa de los intendentes. Después de un grave incendio fue abandonado el edificio, quedando como un solar baldío. El 20 de junio de 1620, el Rey Felipe IV lo dona a perpetuidad a su Secretario de Estado D. Antonio de Aróstegui, quien por testamento hizo herencia de él a su hermano D. Martín de Aróstegui que es quien lo “dio e hizo merced de dicho solar al convento de San Agustín de Descalzos de la Ciudad de Granada. Y tomó posesión el P. Fr. Alonso de S. Ángel, procurador de dicho convento, a 27 de septiembre de 1633”. La importancia de D. Antonio de Aróstegui y su familia en las fundaciones recoletas granadinas merece una atención especial, ya que es una alta instancia del Reino el artífice y patrono de las dos fundaciones.
En 1635, se da un gran impulso a la construcción de la iglesia y convento, pues el Cabildo de la Ciudad de Santa Fe, patrona y fundadora del convento del Sr. San Agustín, dispone que un censo de agua que paga el convento de Cartuja de Granada se emplee en labrar la Iglesia y convento. Este censo es de setecientos cincuenta ducados.
La Ciudad sigue acudiendo constantemente a los religiosos para que les presten ayudas espirituales en los distintos avatares por los que pasa la Ciudad. No son infrecuentes las solicitudes para que los religiosos realicen rogativas, participen en procesiones o asistan a la población. Son especialmente solicitados en momentos de dificultad, de plagas o enfermedades:
“(…) y que se envíe legacía a el P. Prior del convento de nuestro Padre San Agustín Descalzos de esta Ciudad para que asista la Comunidad a la dicha Procesión para que se haga con toda Solemnidad y así mismo se pida al P. Prior elija y nombre dos o tres religiosos de los más justos y a propósito para los conjuros y que se hagan por diferentes sitios y partes donde asiste la dicha plaga de langosta (…).”
Patrón por sorteo. Especial relevancia cobra el santo y, por tanto, el convento para la Ciudad, a partir de 1757, ya que se acude al santo para liberar a los campos de las plagas, produciéndose de inmediato la remisión de los males a los que están sometidos una vez que el santo es procesionado por todo el perímetro de la Ciudad. El Cabildo establece una fiesta anual en torno a la fiesta de la conversión del santo. Reiteradamente en el libro de cabildos es anotada la asistencia anual de todos los representantes de la Ciudad a esta fiesta de agradecimiento al santo.
Esta devoción a San Agustín va a ir creciendo y a ponerse a prueba con motivo de la finalización de las obras de la colegiata. Así se relata en el libro de cabildos:
“En este Cabildo, por D. Basilio Quirantes, alcalde, se hizo presente a esta Ciudad, como el Sr. Miguel de Rojas, canónigo de esta santa Iglesia, se le había hecho presente a nombre de su Cabildo, cómo la Iglesia Colegial está para concluirse y no teniendo, como no tiene patrono esta Ciudad, es regular lo nombre, lo que oído, tratado y conferido, se acordó que para nombrar santo patrono, se haga por todo el pueblo a cabildo abierto, respecto a la obligación en que ha de constituirse el común; y para nombrar día acordar con el Cabildo eclesiástico y comunidad del Sr. San Agustín lo conveniente, se nombró por comisarios a los señores D. Antonio Parejo y D. Jacinto Carrillo, regidores de este Ayuntamiento.”
El proceso de elección de santo patrono mueve a la Ciudad entera durante unos días, llegando a concretar una serie de candidatos: San Miguel, Arcángel; San José; San Agustín y San Matías. Y en la tarde del 30 de marzo de 1783 se procede a la votación en la iglesia del convento de los recoletos, en donde está funcionando la parroquia, por no estar la colegiata del todo acabada. El relato del escribano es interesante por lo detallado y por ello merece la pena reproducirlo:
“En la Ciudad de Santa Fe, en la tarde del día treinta de Marzo de mil setecientos ochenta y tres años, la Ciudad, en conformidad de lo acordado en la mañana de este día, concurrido a su convento de agustinos recoletos, donde se halla la parroquia a causa de estarse reedificando la santa Iglesia Colegial, y presente la mayor parte del pueblo y su Cabildo eclesiástico por medio de sus comisarios y la reverenda comunidad de dicho convento, por mí el Escribano se hizo notorio lo que resulta del Cabildo y propuesta de los cuatro Santos y lo terminado y acordado por esta Ciudad, y en inteligencia de todo, en cuatro cédulas iguales se escribieron los nombres del Sr. Arcángel San Miguel, Sr. San José, Sr. San Agustín y Sr. San Matías, y cada una se metió en su bolilla de madera y se pusieron en un saco; y se cortaron otras cuatro cédulas iguales en blanco y sólo a una se le puso el nombre de Santo Patrono; y se introdujeron en otras cuatro bolillas iguales y éstas en otro saco diverso. Y por dicha reverenda comunidad se entonó la letanía de los santos y el “Veni Creator” y después de implorar el divino auxilio, por un inocente se fueron sacando las suertes en la forma siguiente: Por un inocente se sacó la primera bolilla y salió la cédula del Sr. San Miguel, y habiendo metido la mano en el otro saco, sacó una bolilla con la cédula en blanco. Y haciendo sacado en la misma conformidad la segunda suerte, salió la cédula del Sr. San Agustín y sacando su bolilla se halló en ella la única cédula que decía Santo Patrono. Y habiendo reconocido las dos que quedaban se hallaron blancas, de lo que esta Ciudad y todo el pueblo se tuvo por nombrado Patrono a dicho Sr. San Agustín.
Lo que se hizo notorio y se anunció al Común con repique general de campanas, y se concluyó este acto que firmaron dichos señores. Doy fe.”
De esta forma la fundación recoleta de Santa Fe alcanza, de alguna forma, la identificación con la Ciudad que la había acogido, pasando la espiritualidad agustiniana al corazón mismo de la religiosidad del pueblo.
FUENTES:
- MARTÍNEZ MEDINA, FRANCISCO JAVIER; LEÓN COLOMA, MIGUEL ÁNGEL y PÉREZ VELÁZQUEZ, RODOLFO V. (OAR). Granada tolle, lege. Granada: Provincia Santo Tomás de Villanueva Agustinos Recoletos, 2009. ISBN: 978-84-7170-232-6.
- ÁLVAREZ MARTÍNEZ, ANTONIO, conferencia sobre el convento de los Agustinos Recoletos en Santa Fe, 19 de mayo de 2017.