El emirato o reino de Granada fue el último espacio político e histórico de al-Ándalus, desde su formación, entre 1232 y 1246, hasta su conquista e integración en la Corona de Castilla, entre 1482 y 1492. El pacto establecido entre Fernando III y Muhammad ibn Yusuf ibn Nasr (primer rey nazarita) en 1246 fijaba la condición de éste como vasallo del rey castellano y estipulaba una tregua de veinte años: ambos aspectos, vasallaje y tregua, indican la provisionalidad con la que, del lado castellano, se consideraba la situación del nuevo poder nazarí. Nunca dejó de ser así: aunque el vasallaje se rompiera o restableciera, según las circunstancias de hostilidad o sumisión, y aunque los emires desarrollaban sus relaciones exteriores con gran libertad de acción, lo cierto es que nunca hubo paz firme, sino una sucesión de treguas y guerras durante los dos siglos y medio que transcurrieron entre el nacimiento y el final de la Granada nazarí; un rápido repaso de su historia muestra cómo los años de guerra suman al menos 47, entre 1264 y 1350, cuatro en la segunda mitad del siglo XIV y 30 entre 1407 y 1492, sin contar las numerosas acciones bélicas que protagonizaron ambos bandos durante los periodos de tregua. Por lo tanto, el enfrentamiento fue el estado más frecuente y el proyecto de conquista la imagen de mayor peso en la conciencia política castellana, pese a la importancia que tuvieron también las relaciones económicas, las mutuas influencias culturales y los periodos de relación pacífica, tanto entre los dos países como entre la población que vivía a uno y otro lado de la frontera.

Durante todo este periodo de tiempo queremos destacar, por su relevancia histórica y por constituir un claro precedente del asentamiento militar o campamento del Real de la Vega, una de las batallas más grandes e importantes transcurridas a las puertas de Granada, en las mismas faldas de Sierra Elvira: la batalla de La Higueruela. Y es que la historia bien pudo adelantarse bastantes años y que la toma de Granada fuera mucho antes de que lo hicieran los Reyes Católicos…

En 1410 el rey Juan II de Castilla conquistó la ciudad de Antequera. Tan solo restaba conquistar el reino de Granada para completar la expulsión de los musulmanes de la Península Ibérica. Pero el rey Juan II, enfrascado en luchas civiles y dinásticas, no prosigue el impulso reconquistador. No obstante, en 1431 hubo un momento propicio para el ataque contra el reino nazarí. Juan II, que contaba con 25 años de edad, acababa de hacer las paces con los Infantes de Aragón y puso sus ojos en Granada.

El ejército castellano, al mando del rey Juan II, estaba compuesto por las tropas reales, mesnadas nobiliarias, las tropas de los caballeros de Santiago y 3000 lanzas del Condestable don Álvaro de Luna. Penetraron desde Córdoba y tras entrar el ejército castellano el 28 de junio de 1431 con sus huestes ordenadas en la Vega de Granada, se asentó el real en la orilla derecha del Genil, cerca de Atarfe, a unos 10 kilómetros de la capital. Todo el campamento se levantó firmemente en un solo día gracias al Condestable don Álvaro de Luna, como así lo testimonió su cronista:

“Ot ro día, viernes, veynte e nueve días del mes de junio, dio el Condestable tan grand priesa que el real del Rey fue cercado de un gran palenque, muy bien ordenado. Sería la cerca del palenque de tanto compás como la çibdad de Sevilla. E mandó dexar en él quatro puertas, por do entrassen e saliesen en el real, que estaba ordenado por sus calles en muy fermoso asiento.”

El rey dividió su ejército en tres columnas: una se internó en la Vega de Granada, otra se dirigió hacia la Serranía de Ronda y la tercera lo hizo hacia la zona de Montefrío.

Ante el ejército castellano apostado en Sierra Elvira se desplegaron los musulmanes. Su ejército estaba formado por los caballeros granadinos, adiestrados en justas y tácticas ecuestres, y tribus enteras desplegadas en guerrilla por el campo de batalla armadas con lanzas y flechas, que habían acudido a la batalla desde las Alpujarras conducidos por sus alfaquíes.

El 1 de julio se dio el sangriento encuentro. La batalla se conoce por el nombre de “La Higueruela” porque lo único que quedó vivo en el campo de batalla después del feroz combate fue una solitaria higuera.

Desplegado el ejército castellano, Juan II montó a caballo a la puerta de su tienda, cabalgó con una gran comitiva de grandes y capitanes y dio al grueso del ejército la señal de ataque. Juan Álvarez Delgadillo desplegó la bandera de Castilla. La primera línea musulmana, formada por aquella muchedumbre de rostros denegridos, trajes humildes, armas groseras y modales de rústica fiereza fue arrollada en el primer empuje castellano. Chocaron por fin con los caballeros de Granada y comenzó una fiera lucha cuerpo a cuerpo entre jinetes y caballos. Ninguno de ambos bandos cejaba en la pelea. En un momento dado el Condestable de Castilla enardeció a sus caballeros con voces de “¡Santiago! ¡Santiago!”. Los granadinos comenzaron a flaquear y pretendieron replegarse en orden, pero no pudieron resistir el empuje de la caballería castellana y huyeron a la desbandada.

En la batalla pereció la flor y nata de la caballería y nobleza granadina. Según fuentes árabes “nunca el reino de Granada padeció más notable pérdida que en esta batalla”. Autores cristianos cifran en 30000 los muertos granadinos, lo cual es sin duda una exageración pero que expresa muy bien la magnitud de la batalla y la gran mortandad ocasionada tanto en el ejército musulmán como en el cristiano.
Juan II no supo explotar el éxito conseguido. Algunos nobles, celosos del protagonismo alcanzado en el combate por el Condestable de Castilla, aconsejaron al rey que se replegara hacia Córdoba, cosa que hizo pretextando la escasez de sus provisiones. Quizás, los daños y las pérdidas sufridas en ambos bandos fuesen tan grandes que la prudencia aconsejó dejar el golpe final para mejor ocasión. El caso es que el monarca castellano se contentó con imponer a Granada un nuevo rey, del que recibió su homenaje y nuevos tributos.

Figura 1. Detalle de la “Batalla de La Higueruela” de la Sala de las Batallas de El Escorial
(http://porlascallesdegranada.blogspot.com.es/2012/05/el-romance-de-abenamar-una-historia.html).

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En la última década del siglo XV, cuando se desarrolla la etapa final de la Guerra de Granada; entre 1482 y 1491, el mapa político de la Península Ibérica corresponde a un territorio dividido en varios reinos y coronas: el reino de Navarra, la corona de Castilla, la corona de Aragón, el reino de Portugal y el reino de Granada. Poco a poco… iremos “desgranando” nuestra historia.

Figura 2. Península Ibérica en el siglo XV
(http://apuntesenred.jimdo.com/historia/tema-4/).

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FUENTES:
ARCHIVO MUNICIPAL DE SANTA FE. Sancta Fides a.v.c. Cuaderno del profesor. Santa Fe: Ayuntamiento, 2011.
GARCÍA PULIDO, LUIS JOSÉ; ORIHUELA UZAL, ANTONIO. “Nuevas aportaciones sobre las murallas y el sistema defensivo de Santa Fe (Granada)”. Archivo Español de Arte, LXXVIII, 2005, 309, págs. 23-43. ISSN: 0004-0428.
http://historia-olvidada.blogspot.com.es/2010/09/batalla-de-la-higueruela-1-de-julio-de.html (Consulta: 22 de octubre de 2016).