“Nadie en ella se puede ver tranquilo,

por los enemigos que quemaron nuestros campos,

por el número inesperado de cautivos;

y por la sangre de los musulmanes derramada.

Porque lo que hoy ocurre en Baza de Granada, no tiene parangón.”

(IBN AL QAYSI AL BASTI)

Desde Valencia –a donde se había marchado el Rey al dar por terminada la campaña de 1488 y persistiendo en su propósito de conquistar la parte oriental del Reino de Granada–, hace sus planes para el año 1489 a base de dirigirse, en primer lugar, contra la plaza de Baza, una de las más fortificadas, la metrópoli de los dominios del Zagal y de la que era alcaide un caudillo llamado Cid Hiaya el-Nayyar, que obedecía a su pariente el Zagal. El sitio y la expugnación de Baza fue el más largo y duro de toda la guerra, dando como fruto la rendición de la plaza seguida de la de Guadix y Almería.

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Figura 1. La conquista de Baza en la sillería del coro bajo de la Catedral de Toledo. (http://www.oronoz.com/paginas/fichafoto.php?referencia=89436)

La “Crónica” de Hernán Pérez del Pulgar nos narra cómo el Rey parte desde Jaén a donde había llegado en unión de su esposa procedentes de Valladolid en el mes de mayo, iniciando seguidamente la campaña con la rendición de las ciudades próximas a Baza: Zújar, Freila, Bácor, Benamaurel, Caniles y Cúllar. Tras sangrientas luchas y largas negociaciones en las que influyó, no poco, la llegada de la Reina a los campamentos, el día 4 de diciembre se entregó la ciudad. Sin pérdida de tiempo se dirigen contra Almería que se les entregó el 22 y habiéndose verificado la rendición de todos los pueblos de la costa desde esta plaza hasta Almuñécar, se retiraron con dirección a Guadix, que se entrega el día 30 a la llegada del Rey. Cuentan los cronistas que el Zagal estaba profundamente triste, abatido y enfermo. Él había sido un monarca amante de sus tierras y de sus gentes. Ahora nada podía hacer. Al fin se echó en brazos de su primo Cid Hiaya y con tristeza exclamó:

–¡Cúmplase la voluntad de Alá! ¡Cuanto él quiere se hace y se cumple! Si Alá no hubiera decretado la caída del Reino de Granada, esta mano y esta espada la hubieran mantenido.

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Figura 2. La toma de Almería en la sillería del coro bajo de la Catedral de Toledo. (http://www.oronoz.com/paginas/fichafoto.php?referencia=89415)

Para lograr la rendición, habían mediado numerosos tratos con el Zagal, que al fin se sometió a la obediencia, entregándole la plaza. Dice el historiador y escritor argelino Ahmed Mohamed al-Maqqari en su “Analecta”, que debido a estos tratos “en un abrir y cerrar de ojos sin combate, ni asedio, ni accidente, ni fatiga, pasaron a manos de los cristianos todos los dominios del sultán de Guadix, Abú ‘Abd Alláh Muhámmad az-Zaghall, desde las ciudades de Almería y Almuñécar hasta la alquería del Padul” lamentándose a continuación: “con razón pensaban las gentes que el sultán Abú ‘Abd Alláh Muhámmad az-Zaghall y sus alcaides habían vendido todas las ciudades y alquerías, que se hallaban bajo su obediencia y tomado su precio en venganza del hijo de su hermano Muley Muhámmad ben Abú al-Hassan Abú ‘Abd Alláh y de los alcaides que le seguían, los cuales reducidos a Granada y las alquerías de su término, no tardarían, a pesar de hallarse en paz con los cristianos, en caer en sus manos, desapareciendo el Islamismo de toda la tierra de Andalucía”. De toda esta campaña da abundantes datos y noticias el cronista Pedro Mártir de Anglería en sus cartas 70 a 73 y 80, de las que en su momento oportuno recogeremos las que interesen a nuestros fines. Pero eso… debe ser contado en otra ocasión.

 

FUENTES:

    • BUENO GARCÍA, FRANCISCO. Los Reyes de la Alhambra. Entre la historia y la leyenda. Ediciones Miguel Sánchez. Granada, 2004. ISBN: 84-7169-082-9.
    • LAPRESA MOLINA, ELADIO. Santa Fe: historia de una ciudad del siglo XV. Universidad de Granada, 1979. ISBN: 84-338-0112-0.