11063Corría el año 2010 cuando unos 600 hippies, procedentes de diferentes partes de Europa,  abandonaban Órgiva  para invadir la Dehesa de Santa Fe. El motivo, celebrar la llegada de la primavera con la conocida Fiesta del Dragón.  Por aquel entonces, el alcalde de la localidad, Sergio Bueno restaba importancia a tal invasión justificándose con que  la población no sufriría molestia alguna, teniendo en cuenta que la fiesta se encontraba a unos 5 kilómetros del casco urbano Santa Fe y además se contaba con Policía y Guardia Civil para controlar la zona.

Con el paso de los años, las acampadas se convirtieron en perennes y el número de participantes en el festejo ha incrementado llegando a alcanzar unas 2000 jóvenes y no tan jóvenes.  A los robos e inseguridad que sufren los vecinos y agricultores y los residuos arrojados al medio, hay que añadirle el peligro que supone para los deportista el paso por la zona, debido a la presencia de perros violentos sobre los que no se ejerce ningún control.  Entre los hechos más destacados hay que tener en cuenta, por ejemplo, la detención y multa a dos jóvenes que en 2014 se dedicaban a la venta de drogas. O en 2015, el apuñalamiento de un joven de 19 años. Estas acampadas ilegales van acompañadas de la instalación de carpas, barras de bar, puestos de comida y equipos de música.

Esta situación inaguantable, llevó en 2012, al Partido Popular de Santa Fe a presentar una moción en la que se instaba al Ayuntamiento al cumplimiento de la normativa en cuanto a limpieza y conservación del medio, acampada, ruidos  y actividades molestas así como al desalojo de la zona. Aprobada esta por unanimidad, quedó en el olvido y ha sido en el pleno de noviembre cuando el grupo de Ciudadanos vuelve a abrir la Caja de Pandora. De nuevo se aprueba, también por unanimidad.

De urbanización a vertedero. Atrás queda la idea de la construcción de una macrourbanización de lujo con balneario y campo de golf, donde la destrucción del paraje era más que evidente. Los flujos de personas provocarán molestias a las actividades tradicionales y quizás sería un lastre en cuanto a la prestación de servicios según comentaba la Asociación de Voluntariado de Santa Fe, que por aquellos entonces fue quién se encargó de la recogida de firmas para evitar que se cometiera un “crimen” en este espacio protegido.

Finalmente, la mala situación de la empresa gallega evitó que el proyecto se llevara a cabo.

Parece que por un motivo u otro la finalidad de algunos consiste en la contaminación del Parque periurbano y que miramos hacia otro lado. No solo se trata de la destrucción de la zona, evidentemente, factor principal en este asunto, sino que aquellas familias que desean acercarse hasta la poza, en busca de los beneficios que esta fuente termal tiene para la salud, pueden, aparte de encontrarse rodeados de un sinfín de vertidos incontrolados, contemplar gente deambulando como Dios los trajo al mundo, algo poco agradable para todos los públicos.

Si tomamos como referencia el pueblo alpujarreño comprobamos, que con el paso de los años, la llegada de la primavera concentró a unas 20000 personas en la localidad, ¿tal cantidad de gente tienen que recibir nuestra dehesa para actuar? ¿Cómo invitar a abandonar la Dehesilla de Santa Fe a aquellos cuya única finalidad es dañarla?