José Antonio Muñoz posa en su taller con algunos de sus lienzos.
José Antonio Muñoz posa en su taller con algunos de sus lienzos.
  • Santa Fe Digital entrevista a José Antonio Muñoz Romero, uno de los artistas locales con una trayectoria más dilatada.
  • El pintor nos habla de su obra después de ganar el Certamen de pintura del Círculo La Unión.

El taller de José Antonio Muñoz Romero (1966) no podía estar en una calle con un nombre más apropiado, Murillo. Muy cerca también de la calle pintor Velázquez, el maestro, tal y como se refiere al autor de las Meninas nuestro artista local. Entre lienzos, marcos, caballetes, catálogos… encontramos a José, dedicado a su pasión, la pintura. Santa Fe Digital visita su taller después de ganar el Certamen de pintura que organiza el Círculo La Unión con motivo de las fiestas de las Capitulaciones. Hablamos de su dilatada carrera, que le ha llevado a repartir cuadros por medio mundo, de éxitos y de fracasos, porque eso es la vida, de luces y de sombras, porque eso es la pintura. José Antonio Muñoz sabe bien captar esos matices, “sino sería todo plano, como si lo sacas con un flash”.

José Antonio es un pintor autodidacta. Empezó a pintar desde chico, con un grupo de amigos que se entretenían creando sus propios comic. Ahí empezó y desde entonces no ha parado, aunque algunas veces hayan venido mal dadas nunca ha colgado el pincel y siempre ha encontrado un motivo para no bajar los brazos y seguir delante del caballete. Consciente de que lo que quería era pintar, dejó los estudios y empezó a trabajar en Granada en un taller de cerámica. Compagina esta actividad con la pintura, visita galerías y conoce pintores. Es entonces cuando surge la oportunidad de ir a Madrid y se instala en Chinchón donde termina su formación en la Fundación Arauco. De aquellos tiempos, entre otras muchas obras, un espectacular Bodegón de peras en donde se puede palpar la luz que se proyecta sobre los frutos.

Regresa a Santa Fe y comienza a proyectar una idea que por los avatares del destino todavía no ha visto la luz, abrir su propia galería de arte en Santa Fe. Hace un ensayo con la galería L’Adarve pero un proyecto en el extranjero le obliga a marchar. Viaja a Santo Domingo. De nuevo regresa a su tierra y desde entonces ha sido un ir y venir entre exposiciones, galerías y concursos. José Antonio ha estado en la Galería “Jesús Puerto” en Granada, en “L’Arcothèque” de Granville (Francia), en “Ansorena” de Madrid o en “Fine Art” de Málaga entre otras. La crisis, como a todos, puso las cosas difíciles, también para el pintor. Pero José Antonio no desfallece y nos confiesa que se siente un pintor joven. “Yo estoy por descubrir la pintura todavía”, afirma cuando le preguntamos si ha alcanzado la madurez en su obra.

Cuáles son las referencias para este artista. Velázquez y Rembrandt, afirma sin miedo a pecar de falta de modernidad. “Yo vengo de una tradición y no renuncio a ella, reivindico el valor de lo nuestro”, afirma orgulloso. Dice José Antonio que decía un pintor estudioso de Velázquez que la pintura puede ser una interpretación de la realidad o la realidad y él se decanta por lo segundo. “La obra es lo importante, yo sólo soy el instrumento”.

La maestría de José Antonio con el pincel es indiscutible y su grandeza radica en seguir aprendiendo cada día. Siendo una persona con un talento excepcional huye de las excentricidades propias de los artistas y habla de su trabajo con una naturalidad y con una ilusión contagiosas. Y cómo es el proceso creativo. Lo primero es observar. José ha horadado la vega y el secano, conoce los ríos y las lomas, y busca de ellos el trozo de paisaje para trasladarlo al lienzo. “Estoy pensando en la idea y ya estoy trabajando, luego cuando empiezas a pintar el cuadro te va diciendo cosas”.

Ahora está volcado en los paisajes. Le interrogamos sobre qué es más difícil, pintar un retrato o un paisaje. Nos contesta que un paisaje. “En un retrato buscas la realidad pero en un paisaje tienes que aislar un pedazo de naturaleza y buscar un equilibrio que es muy difícil”. El artista nos señala un óleo de un paraje del secano. Al fondo campos de olivos y un cielo en el que se adivinan nubarrones de tormenta, en un extremo y en primer término las ruinas de un cortijo en las que algún grafitero estampó su firma. Este es un ejemplo de la que quiere contar nuestro pintor con sus paisajes y la búsqueda de ese equilibrio. Un paisaje de secano duro pero a la vez bello y una forma de vida que desaparece.

José Antonio nos muestra otro lienzo de los muchos que se apilan en la pared. Latas, botellas de plástico, papeles… basura, “naturaleza muerta” rotula el artista en la parte inferior y superior del cuadro. Esto es lo que estamos haciendo y eso preocupa al pintor de paisajes. Adivinamos la advertencia contra esa degradación del medio del artista que junto a esas latas y plásticos pinta una pequeña flor. Con cada paisaje José Antonio Muñoz quiere levantar acta, dejar testimonio de una realidad amenazada. En esos paisajes de la vega encontramos al niño pintor que se crió en un cortijo de Belicena y que no quiere perder ese trozo de paisaje de su vida.