Leyendas de Santa Fe (III): el lance entre el Moro Tarfe y Garcilaso de la Vega
La popularmente conocida como la “Cruz del Ave María”, que se encuentra al final de la calle del mismo nombre, fue erigida en recuerdo del ya mencionado duelo que tuvo lugar entre el Moro Tarfe y Garcilaso de la Vega en el campo de Santa Fe, señalando el lugar exacto donde se localizaría el momento en el que Tarfe clama venganza y reta al Rey Fernando y a los caballeros cristianos. La Cruz está situada en una recatada placeta a las afueras de la Ciudad, rodeada de las humildes casas de su arrabal y se eleva, pulcramente enjabegada, sobre una truncada pirámide cuadrangular de ladrillos pintados de rojo.
Sin embargo, esta no es la única alusión que existe en Santa Fe que haga referencia a esta conocidísima leyenda. El arte también ha querido representar el lance, a su manera, en la cornisa superior de la fachada principal de la Iglesia Colegial de Santa Fe. En ella se reproduce el triunfo del Ave María con la cabeza del Moro Tarfe reclinada con una pica hincada sujetando la cartela del AVE MARÍA y sendas palmas laterales enmarcando la escena en forma de “V” de victoria. La cornisa se completa con cuatro antorchas cerradas y ceñidas por sendas coronas.
A continuación reproducimos el romance tal y como lo escribió Ginés Pérez de Hita en sus “Guerras Civiles de Granada”, según nos cuenta, tomándolo de un romance “de muy antiguo estilo”:
ROMANCE DE GARCILASO DE LA VEGA
Cercado está Santa Fe
con mucho lienzo encerado
al derredor muchas tiendas
de seda oro y brocado,
Donde están duques y condes
señores de grande estado
y otros muchos Capitanes
que lleva el Rey don Fernando
Todos de valor crecido,
como ya lo habréis notado
en la guerra que se ha hecho
en el granadino estado.
Cuando a las nueve del día
un moro se ha demostrado,
encima un caballo negro
de blancas manchas manchado,
Cortados ambos hocicos,
porque lo tiene mostrado
el moro, que con sus dientes
despedace a los cristianos,
El moro viene vestido
de blanco, azul, encarnado
y debajo esta librea
traía un muy fuerte jaco,
y una lanza con dos hierros
de acero muy templado,
y una adarga hecha en Fez
de un ante recio extremado.
Aqueste perro, con befa,
en la cola del caballo,
la sagrada Ave María
llevaba, haciendo escarnio;
Llegando junto a las tiendas,
desta suerte le ha hablado:
¿Cuál será aquel caballero
que sea tan esforzado,
que quiera hacer conmigo
batalla en aqueste campo?
Salga uno o salgan dos,
salgan tres o salgan cuatro;
el Alcaide de los Donceles
salga, que es hombre afamado;
Salga ese Conde de Cabra
en la guerra experimentado;
salga Gonzalo Fernández
que es de Córdoba nombrado,
O si no Martín Galindo,
que es valeroso soldado;
salga ese Puerto Carrero
señor de Palma esforzado.
O el bravo Don Manuel
Ponce de León llamado,
–aquel que sacara el guante
que por industria fue echado
donde estaban los leones
y él lo sacó muy osado–;
Y si no salen aquestos,
salga el mismo Rey Fernando,
que yo le daré a entender
si soy de valor sobrado.
Los caballeros del Rey
todo lo están escuchando,
cada uno pretendía
salir con el moro al campo.
Garcilaso estaba allí,
mozo gallardo, esforzado,
licencia le pide al Rey
para salir al pagano.
“Garcilaso sois muy mozo
para cometer tal caso;
otros hay en mi Real
que darán mejor recaudo”.
Garcilaso se despide
muy confuso y enojado
por no tener la licencia
que al Rey le ha demandado;
Pero muy secretamente
Garcilaso se había armado,
y en un caballo morcillo
salido se había al campo;
Nadie no le ha conocido,
porque sale disfrazado;
fuese donde estaba el moro,
desta suerte le ha hablado:
“Ahora verás el moro
si tiene el Rey don Fernando
caballeros valerosos
que salgan contigo al campo.
Yo soy el más menor de ellos
y vengo por su mandado”.
El moro cuando lo vido
en poco lo había estimado,
y dice de aquesta suerte:
“Yo no estoy acostumbrado
hacer batalla campal
sino con hombres barbados;
vuélvete, rapaz, le dice,
y venga el más estimado”.
Garcilaso con enojo,
puso piernas al caballo,
y arremete para el moro,
y un gran encuentro le ha dado
El moro que aquello vido
revuelve así como rayo;
comienza la escaramuza
con un furor muy sobrado.
Garcilaso, aunque era mozo,
mostraba valor sobrado,
dióle al moro una lanzada
por debajo del sobaco,
el moro cayera muerto,
tendido se había en el campo.
Garcilaso con presteza
del caballo se ha apeado,
cortado le ha la cabeza
y en su arzón la ha colgado.
Quitó el Ave María
de la cola del caballo,
y hincando las rodillas
con devoción la ha besado,
y en la punta de su lanza
por bandera había colgado.
Subió en su caballo luego
y del moro había tomado
cargado destos despojos,
al Real se había tornado.
Donde están todos los grandes,
también el Rey don Fernando
todos tienen a grandeza
aquel hecho señalado;
También el Rey y la Reina
mucho se han maravillado
en ser Garcilaso mozo
haber hecho un tan gran caso.
Garcilaso de la Vega
desde allí se ha intitulado,
porque en la Vega hiciera
campo con aquel pagano.
FUENTES:
-
- ARIZTONDO AKARREGI, SALVADOR; ROGER CORRAL, LUISA; RUIZ GODOY, JESÚS B. Las calles de Santa Fe. Historia de los nombres. Santa Fe: Ayuntamiento, 2008. ISBN: 978-84-936334-2-4.
- GARCÍA ORTIZ DE VILLAJOS, CÁNDIDO. Santa Fe. Granada: Excmo. Ayuntamiento de Santa Fe; Excmo. Ayuntamiento de Granada; Excma. Diputación Provincial de Granada, 1929.